
Cómo empezó todo: hilado, búsqueda y comunidad
Durante las pasadas navidades empecé a interesarme por el hilado. No recuerdo muy bien cómo empezó, pero sí recuerdo empezar a buscar vídeos de gente hilando tanto en Instagram como en YouTube. Empecé a aprender sobre los tipos de huso que hay, las ruecas, los tipos de fibra. Esa curiosidad activó el algoritmo y, a principios de febrero me apareció una chica que hablaba de la madeja que había hilado en enero y que había teñido con pieles de cebolla. Comentaba que participaba en un grupo para hilar y teñir en compañía, eligiendo una planta distinta cada mes. Me pareció una idea maravillosa, así que le escribí, pedí unirme y me dieron acceso al grupo de Telegram.
En este grupo, entre otras cosas, Teresa y Leire, que son las expertas hilanderas y tintoreras, preparan un documento con información sobre la planta elegida. Gracias a ese trabajo y conocimiento que tan generosamente están compartiendo con nosotras, estamos aprendiendo muchísimo y acercándonos a este proceso siempre desde la curiosidad, pero también con guía y algo más de seguridad. Desde aquí, gracias!

En febrero hilé las madejas de enero y febrero. Lo hice con dos husos muy básicos: uno antiguo, que compré de segunda mano en Wallapop, y un huso turco pequeño impreso en 3D que encontré en Etsy. Veía en Instagram muchos husos de apoyo preciosos, pero no quería invertir demasiado sin saber si me iba a gustar. Así que empecé a practicar con lo que tenía, probando tanto el huso de apoyo como el de caída.
Ese primer mes teñimos con pieles de cebolla. Una de las madejas la modificamos con sulfato ferroso. Luego vino el romero, también con y sin modificación. Y en mayo tocó el perifollo, que es el primer proceso que he documentado completo y el que comparto en este artículo.
Si tienes curiosidad por conocer más sobre el teñido con plantas naturales, puedes ir siguiendo mi proceso de aprendizaje aquí.
Todo empieza con salir al campo
La planta que nos tocaba usar mayo era completamente nueva para mí. Nunca había oído hablar del perifollo. Me puse a investigar y salí a buscarlo. Lo encontré en un parque periurbano bastante grande cerca de casa. Cuando vi toda esa extensión cubierta de flores blancas, me detuve. Estaba precioso. Hice fotos, grabé un vídeo y decidí que esta vez quería registrar todo el proceso.

Este nuevo hobby me está enseñando y ayudando a desarrollar otras habilidades con las que empezaba a familiarizarme siendo tejedora. No es solo una cuestión de crear con las manos. Hilar me exige presencia. No puedo distraerme o el huso termina cayendo al suelo. Teñir, en cambio, me pide tiempo. Me pide paciencia. Hay que dejar que la planta libere, que la lana absorba, todo a fuego lento. Sin forzar. Sin prisa. En este proceso estoy aprendiendo a reconectar con el ritmo más natural de las cosas hechas a mano.
Cada vez se trata menos del resultado final y más lo que pasa en el «durante». Este proceso me está enseñando a estar más presente y a disfrutar realmente de cada paso.
Preparación para teñido con perifollo: mordentado, cocción y ajuste
Empecé el proceso como siempre: mordentando la lana. En una olla con agua del grifo, disolví alumbre al 15% del peso de la lana (es decir, 3 gramos para los 20 gramos de lana que utilicé) y dejé la madeja sumergida durante una hora, a fuego muy suave.
Después de ese tiempo, saqué la lana y utilicé esa misma agua de mordentado como base para el baño de tinte. Añadí entonces 40 gramos de perifollo fresco, incluyendo hojas y tallos finos, y lo dejé cocer durante otra hora a fuego lento.
Cuando retiré el perifollo, el agua estaba llena de restos de florecillas y suciedad, así que decidí colarla bien por miedo a que esas “mijitas” se quedaran adheridas a la lana durante el teñido.


Con el agua ya limpia y aún caliente, añadí finalmente la lana.
Cómo afecta el pH al teñido con perifollo
Uno de los aspectos que más por ahora me ha fascinado del teñido con plantas es cómo el pH del baño afecta directamente al color obtenido. Ya el mes anterior había experimentado con el romero cómo el cambio de alcalinidad transformaba completamente los resultados.

Así que a los 45 minutos de estar en el baño, observé que el color que estaba tomando la lana era demasiado claro. Decidí entonces añadir bicarbonato sódico directamente al baño, lo que provocó una reacción inmediata: el color se intensificó y definió con un matiz amarillo más vivo y ligeramente verdoso.
Esto confirma lo que he leído que ocurre con las plantas que contienen flavonoides: reaccionan al pH del medio.
- En medios alcalinos, los tonos tienden a intensificarse o variar hacia verdes
- En medios ácidos probablemente resulten más apagados (esto lo probaré en otro experimento).
Lecciones y notas para próximas veces
- El perifollo no es un tinte fuerte, pero ofrece tonos delicados y suaves, perfectos para bases claras o efectos sutiles.
- Sería interesante probar con ácido cítrico para ver si el color cambia en un medio ácido.
- Recomiendo filtrar bien el baño antes de introducir la fibra, ya que el perifollo tiende a soltar muchas partículas finas que pueden adherirse a la lana.
- Control del pH. Si quieres colores más vivos, añade bicarbonato. Si lo que buscas es un color más sutil utiliza un ácido (vinagre o limón).
Conclusión
Este tipo de experimentos, como el teñido con perifollo o romero, son una forma preciosa de reconectar con los ritmos naturales, observar, anotar, dejarse sorprender… No todos los resultados son intensos o espectaculares, pero cada uno enseña algo.